Retroceder en el tiempo
Todo comenzó una tarde caluroso de verano.
Había pocas personas en la calle. El calor era insoportable. Sin embargo, mi
hermana y prima se empecinaron en que las llevara al parque cerca de nuestra
casa. Entonces las convencí que las llevaría a la tarde cuando saqué a pasear a
Rocco, mi perro negro de gran tamaño.
En el parque, mi hermana propuso que jugáramos
a las escondidas. Mientras ellas se escondían empecé a contar, pero solo pude
cerrar los ojos un par de segundos porque escucho a Rocco ladrar y tironear la
correa, antes de que lo pueda detener él se suelta y comienza a correr de forma
descontrolada. Al ver que mi perro se aleja con gran velocidad como si
estuviera corriendo a algo, comienzo a seguirlo antes de perderlo de vista.
Después de dar varios pasos y esquivar uno
de los arbustos del parque, veo a Rocco ladrando a lo que parece una persona,
pero no soy lo suficiente rápida ya que este entra a un túnel escondido detrás
de unos árboles y arbustos que se encontraban atrás de la calesita. Sin darme
cuenta, entro al túnel persiguiendo a Rocco.
Al salir de este lugar, el espacio que me
rodeaba no era aquel parque caluroso de mi ciudad, sino todo lo contrario, era
un gran bosque todo cubierto de una capa gruesa de nieve.
Mientras admiraba la belleza del lugar,
veo que la persona al cual Rocco estaba gritando era un enano como el de las películas
con un gorro rojo puntiagudo y barba blanca larga. Intento gritar, pero lo
único que sale mi boca es el aire que se condensa producto de las bajas
temperaturas. Asustada agarro a mi perro, pero cuando me doy la vuelta, lo
único que se veía era la continuación del bosque por varios kilómetros.
Siento algo mojado que me toca la cara, al
abrir los ojos veo a Rocco, con sus orejas al costado de su cabeza y del otro
lado a este hombre extraño. Me incorporo y le explico al enano que necesitaba
volver con urgencia al parque porque allí se encontraban mi familia que estaban
bajo mi supervisión. Él concentrado me explica que existe una sola forma de
volver, pero me advierte que era riesgoso. Sin importarme nada le exijo que me
explique. Luego de un par de minutos de conversación, el enano me da una bolsa,
un par de abrigos, un cuchillo de punta filosa para protegerme y un mapa en
donde me indica los lugares que tengo que ir para buscar los objetos
necesarios.
Mientras agarraba las cosas, él me
advierte que tengo un día para conseguir los elementos y es allí cuando empieza
mi viaje.
Luego de varias horas caminando junto a mi
fiel amigo, veo a lo lejos una especie de cantina vieja, reconozco que era el
lugar que me había descripto el hombre pequeño. Cuando entro veo a varios hombres
robustos, con barbas largas, hablando eufóricamente mientras tomaban cervezas.
Entre la gente busco a la persona que me había dicho el enano. Luego de buscar
por todo el lugar, veo un grupo de personas viendo a dos hombres jugando a lo
que parecía ajedrez, pero con piezas un poco diferentes. Me acerco y veo en su
mano un brillante anillo dorado bastante grueso, con unos dibujos que parecían
jeroglíficos. Al observar el objeto, interrumpo la partida del juego y le exijo
al temible hombre que necesitaba con urgencia ese anillo. Él me responde, que
solo lo podía conseguir si le daba 1000 sickle, por lo que entendí era
un tipo de moneda de aquel lugar, el problema es que yo no tenía ni un peso. Por
eso propongo hacer una puesta: - Si yo gano
la partida me quedo con el anillo pero si usted gana se queda con este
cuchillo. El hombre molesto me contesta que no y cambia las reglas de juego: -
Si yo gano me quedaré con este animal, señalando a Rocco. Impactada y asustada
al mismo tiempo, acepto ya que me sentía confiada en ganar el juego. Entonces comenzó
la partida, las piezas iban de un lado a otro sin parar. Luego de varios
minutos y tensión en el aire, realizo mi última jugada que me había enseñado mi
abuela, permitiendo poder decir: Jaque mate. Con cara de victoria extiendo mi
mano y el señor me entrega el anillo.
Luego de caminar un largo tiempo, veo el
humo que sale de la chimenea de una cabaña muy pintoresca. En la entrada de la
cabaña, tocó la puerta y aparece una mujer confundida. Le explico quién era y
le entrego el papel que me había dado en enano. Ella con una mirada rara se
dirige hacia un mueble y saca de un cajón un pequeño reloj antiguo de plata, la
cual en su tapa tenía grabado el dibujo de un león. Me lo entrega, y me invita
a pasar, pero apurada me despido de la señora y retomo el viaje con Rocco.
Según lo que me indico el enano en el mapa
me tengo que dirigir hacia un lago. Al llegar allí quedo impresionada con el
azul del agua que hace reflejar las pocas nubes que se encuentran en el cielo y
de fondo las montañas cubiertas de nieve. Rocco comienza a ladrar y me hace
volver a la realidad. Aquí lo que tengo que buscar es un árbol grande, viejo,
con hojas azules. Mientras lo buscaba, Rocco ya lo había encontrado. El enano
me dijo que era un árbol diferente pensé que se refería por el color de las hojas,
pero cuando me acerque entendí que se refería a que en el árbol se encontraba la
cara de una de una señora mayor. Al principio quedo asustada al verla, pero
luego comienzo a conversar con la mujer y resulta ser una señora muy agradable.
Después de un tiempo, comienzo a recitar la frase que me había indicado la
mujer: - “Que su aspecto no te deje perplejo, su verdadero poder se encuentra
por dentro”. De repente, se siente un viento fuerte, las ramas comienzan a
hacer movimientos en el aire acompañado de una luz que ilumina todo el lago. Las
ramas se acercan hacia mí entregándome un pequeño espejo de madera, muy
antiguo, un poco feo en mi opinión. La señora me advierte que a pesar de su
aspecto este espejo tiene poderes especiales.
Con cuidado guardo mis pertenencias y con
Rocco emprendemos la última parte del viaje. Contenta, no podía creer que ya
tenía todos los objetos necesarios. Pero no podía perder el tiempo se veía que
el sol estaba por salir, eso significaba que me quedaba poco tiempo. Ahora me
tenía que dirigir al castillo de hielo, allí se encontraba la reina que me
ayudaría volver a casa.
Estábamos caminando con Rocco por la nieve dura, cuando de la nada se asoma un ciervo más grande de lo normal. Este animal nos ve, pero no se asusta, sino todo lo contrario, este empieza a correr hacia nosotros. Rápido dejo el bolso en el piso e intento agarrar el cuchillo afilado. Pero no soy la suficiente rápida que el ciervo me choca con sus grandes astas cayendo en el dura y fría nieve. Luchando para que no me ataque y Rocco mordiéndoles las patas, se escucha a lo lejos un disparo que el sonido hace retumbar por todo el bosque. El ruido fue tan fuerte que el ciervo pisa mi bolso y sale corriendo. Asustada, abro la bolsa y veo que el anillo y el reloj estaban bien. Eso me alivia un poco y me calmo, pero luego veo partes de espejos rotos en el fondo del bolso. Con mis manos temblando busco nuevamente y observo que aquel espejo de madera antiguo ahora era un espejo roto. Sin poder creer lo que estaba ocurriendo, me tiro sobre el piso mientras las lágrimas caen al costado de mi cara. Sin ningún tipo esperanza y deseando retroceder en el tiempo.
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