Cuento - Anécdota de Chejov

 Versión original:

LA CASONA

Héctor y su esposa hace varios años se encontraban en la búsqueda de un nuevo hogar, porque donde se encontraban lo único que les traía eran problemas. Entonces, el matrimonio programo ir a conocer una propiedad que se encontraba en la localidad de Monte Grande.

Al llegar al lugar, se podía observar una grande casa de estilo inglés, alrededor un jardín de una manzana de extensión. Dentro de la vivienda, en la primera planta se encontraban el comedor, en donde había una larga mesa de madera para quince personas, la sala de música, con diferentes instrumentos como un hermoso piano antiguo y por último la sala de estar. Subiendo por las escaleras de mármol blanca se llegaba al segundo piso, en donde se encontraban cuatro habitaciones de inmenso tamaño las cuales eran la biblioteca, el escritorio, la habitación de huéspedes con su baño en suite y cada uno de estos espacios tenían un balcón privado con vista al cuidado jardín de la casa. Luego en el tercer y cuarto piso, había  más habitaciones con sus respectivos baños.

La pareja no podía creer lo que habían visto, a medida que iban recorriendo la propiedad quedaban más asombrados de lo bello que era ese lugar. Es por esto que Héctor y su pareja deciden ese mismo día ir al banco a retirar el dinero necesario para poder hacer una oferta y así comprar la casa.

En el banco, Héctor se dirige a la oficina en donde allí lo espera un hombre muy elegante de traje y una mujer con rasgos faciales definidos y vestimenta extravagante. 

Esa misma noche, Héctor al llegar a su casa junto a su pareja comienzan a contar el dinero, pero ese entusiasmó que se les veía en los ojos se convirtió en decepción y angustia a medida que iban sumando los billetes  al ver que sus ahorros eran insuficiente para poder comprar la propiedad.

La pareja desilusionada se sienta en el cuarto de estar de su hogar y comienzan a ver una película que estaban transmitiendo por la televisión. Después de un tiempo, desde la calle Héctor escuchan ruidos extraños. Él se acerca a la ventana y ve a una mujer vestida con un tapado rojo oscuro muy extravagante que tira en la entrada de la casa una bolsa. Héctor, se dirige rápidamente a aquel lugar, pero cuando llega la muchacha había desaparecido entre las sombras de aquella noche fría de julio.

El hombre sin hacer mucho ruido, para no despertar a su esposa, mira adentro de la bolsa y se da cuenta que eran billetes, una cantidad de efectivo exorbitante, la cantidad de dinero que le permitiría a la pareja poder comprar aquella residencia. Sin embargo, el hombre deja la bolsa en la mesa y sin mirar hacia atrás se dirige a su habitación, es allí en la oscuridad del cuarto mientras caía la nieve por la ventana en donde él se suicida.

Versión final:

La casona

 

Héctor era un hombre que desde chico le gustaba ir a subastas, sus seres queridos dicen que es lo único bueno que heredó de su padre. Siempre se encontraban viajando, yendo y viniendo a estos lugares.

Luego de la muerte de su padre, él siguió manteniendo este hobby, siempre que podía buscaba nuevos eventos para poder participar. Esto le traía muchas discusiones con su esposa que no le agradaba la idea que gran parte del dinero de su familia se esfume en “esa pérdida de tiempo, que no sirve de nada”, como ella lo llamaba. Pero Héctor no se dejaba influenciar por las opiniones de su esposa, es más había visto la semana pasada el anuncio de una subasta en la localidad de Martines, en la provincia de Buenos Aires.

El día había llegado, Héctor ya se encontraba a pocas cuadras del destino. Al llegar vio un jardín de una manzana de extensión, el pasto estaba perfectamente cortado y los alrededores se encontraban árboles altos y diferentes plantas como margaritas, rosas, tulipanes que embellecían la propiedad. Pero Héctor se quedó sorprendido por la inmensa casa que tenía delante de sus ojos. La fachada era de estilo inglés, la casa tenía tres pisos, era de color anaranjado y tenía por lo menos diez ventanas.

Al entrar a la vivienda, había una pequeña escalera de mármol blanco cubierto con una alfombra de terciopelo rojo esta conducía a lo que era la planta baja, allí se encontraba el comedor que tenía una larga mesa de roble, la sala de estar con sus sillones y muebles de época y la sala de música con diferentes instrumentos como un piano negro antiguo. Por las escaleras se accedían a los otros pisos de la casa, esta estaba iluminada por la luz natural que dejaba pasar la claraboya que se encontraba en el techo. En el primer piso, se encontraba cuatro habitaciones una de ellas era la de huéspedes, con sus baños, una habitación destinada a la biblioteca y otra el escritorio. Cada uno de estos cuartos se encontraba muy bien decorado y tenía un balcón privado con vista al jardín de la casa.

Si bien el hombre estaba atónito por lo bella que era la propiedad, ese no era el objetivo por el cual él se encontraba allí. El evento se llevó adelante en el jardín, el lugar se encontraba repleto de personas vestidas de traje ubicadas en su silla con sus números preparados para comenzar con la acción. A la brevedad, comenzó la subasta Héctor estaba preparado, había visto bastantes objetos que le interesaban dentro de la casa. Pero el que más le llamaba la atención era un reloj viejo tallado en madera que tenía unas inscripciones en dorado, que lo había visto en la sala de estar.

Al terminar, Héctor se dirigió al estacionamiento con las manos vacías con una gran decepción en su rostro. Al llegar a su auto, ve al costado de este una bolsa de consorcio tirada en el piso. Malhumorado la toma para correrla, pero nota que esta era bastante pesada, entonces decide abrirla. Para su sorpresa, en ella encontraba una gran cantidad de dinero, más de lo que él había visto en su vida. Sin dudarlo, guarda la bolsa en el baúl de su auto, pero cuando se da vuelta sus ojos se encuentran con los de una mujer vestida con un tapado rojo oscuro y tacones negros fumando al costado de la casa. Con toda naturalidad, Héctor se despide de la mujer y se sube al auto.

El hombre se alivia al ver que todavía su esposa e hijos todavía no habían llegado a la casa. Él deja la bolsa con el presunto dinero en la mesa y sin mirar hacia atrás se dirige a su habitación. Es allí en la oscuridad del cuarto mientras comenzaba a caer las primeras gotas de la lluvia, donde él se quita la vida.

 


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Vivir en la dictadura militar de 1976

Pulp Fiction (Tiempos violentos) de Quentin Tarantino

Poesía